Y…
¡llegamos! Qué hambre, ¿verdad? Dan ganas de entrar al bar y pedir unas bravas.
Pues este local es nuestra tercera parada. Este era el bar de Pijoaparte, donde
jugaba a cartas con ancianos y se tomaba sus copas. Es el lugar de evasión para
el protagonista del libro y, además, donde jugaba para conseguir dinero. Es una verdadera pena no poder entrar, ya que la
nave no pasa por la puerta y no podemos salir de ella, puesto que eso
conllevaría a un choque entre tres realidades: la realidad dentro de la
historia, la realidad del autor y nuestra realidad, aquí, dentro de la nave.
Sin embargo, podemos apreciar la exterioridad del lugar.
Nos
trasladamos ahora a la Calle Mühlberg que también nos queda al lado.
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